Tuesday, February 19, 2008

writing in motion..


A veces me dan ganas de hacer un berrinche, uno muy grande, tirarme a la cama y gritar, que alguien me escuche, no sé quien, quien sea pero que te traiga a mí. No lo hago por que sé que no es aquí donde quieres estar, y no por que no me ames, sino porque tu quieres estar en todas partes, en todos los movimientos, en todas las causas y sinrazones. Tu quieres estar en todos los lugares, conocer y cuestionar, buscar y protestar. El último lugar al que llegarías son mis brazos. ¿Qué más quieres? Te lo he dado todo. Te he dado atardeceres naranjas, nieve de chocolate, mañanas lúdicas, baños tibios, ventiscas de vainilla, mis besos han formado ríos que corren por tu espalda; te he dado vida y muerte.

Lo sé, de sobra lo sé... te entiendo como nadie en el mundo lo hace... y por más que yo patalee sé que los pequeños momentos que estés en mis brazos será porque sientes que las energías se te acaban. Vendrás moribundo pero alucinado de aventuras, te escucharé envidiando las marchas que encabezaste como quien odia a las más seductora amante, te escucharé con un silencio de avispa, curaré tus heridas, te diré que nunca debes darte por vencido aun cuando yo quiero dejarme vencer por el amor. Ayudaré a que te levantes y pondré tus brazos en posición de combate, secaré mis lágrimas que desean te quedes una noche más, saldré al umbral de tu despedida amarraré mis piernas para no salir corriendo tras de ti y ahogaré en suspiros los lamentos y reclamos que haga mi memoria por no haberte detenido.

Como siempre que no estás, de noche, mi cama es un desierto con tormentas de arena e insectos que salen a alimentarse con mi sangre. Como otras tantas veces la bañera reclama tu perfume...no es la primera vez, ya debería estar acostumbrada, pero cómo acostumbrarme a la soledad que me dejas, te vas seis meses, te quedas dos meses, vuelves a irte un año, regresas cuatro meses...es imposible.

¿Qué quieres de mí?

Te lo he dado todo.

El invierno se acerca, cada vez es más difícil ocultar las arrugas a tu bienvenida, teñí mi cabello, nunca te ha gustado verme desarreglada... espero que entre el éxtasis de tus memorias frescas, dispuestas siempre a hacerme temblar, notes que mi lúcida sonrisa ha estado guardada para éste momento, para ti.

Un motor de motocicleta se oye a lo lejos, mi corazón palpita en mis oídos.

No eres tu.

Decidí entonces salir a la plaza, me encontré a Damiana la loca, con sus harapos al hombro y las piernas desnudas, ésta vez me aseguró que era un detective y justamente investigaba sobre tu paradero, la loca Damiana me interrogó, hizo todo tipo de preguntas ¿Dónde vives? ¿desde cuándo coge con el señor? ¿Qué le gusta desayunar? ¿cuándo fue la última vez que te vi? Le respondí con las mismas vaguedades, vivo en un recuerdo, cojo contigo desde que tengo memoria, le dije que te gusta desayunar licuado de nopales y sábila –sé que lo odias- y la ultima vez que te vi estábamos haciendo "magia" en la bañera. La loca se alejó con las narices hundidas en su cuadernito lleno de garabatos.

Estoy sentada en el comedor, escuchando el tic-tac del reloj, mordiéndome los dedos, me arden.

De nuevo un motor...estiré el cuello y alcancé a distinguir tus rizos volando...aparenté calma...y salí al umbral de tu sonrisa; paciente escuché tus primeras andanzas por el mundo, tranquila respiré tu agitado aliento, con calma besé tus apasionados labios....mientras hablabas traté de contar tus canas, son infinitas.

Primero cargué las energías de tu cuerpo con codornices asadas. Después preparé un baño de vainilla, enseguida llené tu espíritu de energías dejando que me hicieras el amor, ya no somos jóvenes, nos cansamos pronto, pero gozamos mucho.

Hablaste toda la tarde, tanto que enfermé de felicidad por tenerte, de tristeza porque sé que te irás, de incertidumbre, de certeza; tiritaba de frío y sudaba por el calor... siempre te había cuidado yo, esta vez tu cuidaste de mí, lo hiciste bien, tus manos rígidas se volvieron suaves al agua, al jabón, a mi piel. Yo era como una anciana inmóvil que se dejaba masajear la cabeza, sabes que eso me gusta; a punto de quedarme dormida me llevaste a la recamara, te metiste a la cama conmigo y me cobijaste con tus brazos, seguiste con tus historias de héroe, recordaste largos viajes, los recientes y los de nuestra juventud, los que ya había escuchado hace quinientos días; cerré mis párpados y te seguía escuchando, como siempre, cada vez más lejano, "ni creas que no he notado que teñiste tu cabello, desde que te vi parada en la puerta pude ver lo bella que eres y lo mucho que te amo, he decidido quedarme, estoy cansado, tu me necesitas más que toda la gente inconforme"; tomaste mi mano como si fueras a iniciar algún antiguo rito de unión, pero un escalofrío recorrió tu cuerpo, te apresuraste a calentarme los pies, me congelaba, sentiste miedo. Abrí los ojos para verte, estabas preocupado, juraste amor eterno, rogaste para que no me venciera una fiebre sin importancia, trataste de levantarme como tantas veces lo hacía contigo. A veces no necesitamos palabras para saber lo que le pasaba al otro, y tu sabías lo que me pasaba, corriste a besarme.

Me fui de éste mundo, y te agradezco que nunca hayas soltado mi mano.